La «primera» acuarela de Kandinsky. Centenario de una abstracción

Pedro da Cruz

Luego del retorno al ideal clásico de figuración durante el Renacimiento, la representación naturalista dominaría el arte occidental durante más de cinco siglos. La persistente visión renacentista comenzó a ser cuestionada recién a fines del siglo XIX, cuando los artistas llamados posimpresionistas usaron una serie de nuevos principios plásticos.

    El advenimiento de un nuevo siglo coincidió con el surgimiento de los primeros movimientos modernistas, el fauvismo y el cubismo en Francia y el expresionismo en Alemania, que iniciaron la ruptura con la tradición dominante. El paso decisivo de superación de la figuración fue dado por el artista de origen ruso Wassily Kandinsky, que en 1911 fundó el grupo expresionista Der Blaue Reiter (El jinete azul) en Munich.

    Como resultado de ciertas características del desarrollo de su arte, Kandinsky creó hacia 1910 una serie de acuarelas en las que las figuras que aparecían en sus obras anteriores ya no eran reconocibles. Varios autores se han referido a la “primera” acuarela abstracta que Kandinsky mencionó en sus notas, pero no hay consenso en cual fue esa primera obra que luego sería caracterizada como abstracta.

    Debido al estatus icónico de una obra de esas características, el personal de varios museos asegura que la “primera” acuarela pertenece a sus acervos, incluso aunque esté fechada en 1912 o 1913, lo que se explica con el argumento de que la obra fue creada en 1910 pero fechada más tarde. Más allá de la discusión sobre la identificación y la fecha de realización, la importancia que lo abstracto tuvo para el arte del siglo XX da a la “primera” acuarela un lugar de pieza clave para el desarrollo del modernismo. 

FAUVISMO Y CUBISMO. Una vez que cristalizaron las ideas modernistas hacia 1905, la sucesión de creación de nuevos movimientos fue vertiginosa. El principal integrante del grupo de artistas franceses que serían conocidos como les fauves (las fieras) fue Henri Matisse, pionero de una nueva forma del uso del color, una característica compartida con el contemporáneo grupo expresionista alemán Die Brücke (El Puente), fundado en Dresden, también en 1905, alrededor de la figura de Ernst Ludwig Kirchner.

    En 1907 Picasso terminó de pintar su obra revolucionaria Las señoritas de Avignon, paso previo del delineamiento, junto a Georges Braque, de los principios del movimiento que sería conocido como cubismo. Y sólo un par de años más tarde Kandinsky creó sus acuarelas sin referencias a lo figurativo.

    La importancia del aporte de Kandinsky queda en evidencia al ser visto en relación a los aportes de los movimientos anteriores. Tanto en las obras fauvistas como en las cubistas, incluso en las más innovadoras, hay elementos que las relacionan con la realidad circundante. Los fauvistas usaron el color de una forma expresiva manteniendo la figuración, mientras que en las herméticas obras cubistas caracterizadas como analíticas, debido a la descomposición de las figuras en facetas, aparecen elementos que mantienen una referencia a lo figurativo, ya sean rasgos faciales, letras, o partes de instrumentos musicales.

HACIA LO ABSTRACTO. Del conjunto de ideas en las que Kandinsky se basó para crear sus acuarelas abstractas se pueden diferenciar dos vertientes: la plástica y la espiritual, aunque ambas estuvieron íntimamente ligadas entre sí.

    Hacia mediados de la década de 1910, Kandinsky pintó una serie de obras de marcado carácter planista inspiradas en motivos y leyendas del arte popular ruso. Poco después su motivo principal sería el paisaje, compuesto por manchas en las que el color no está aplicado de manera realista. En obras como Cementerio árabe y Paraíso, ambas de 1909, los elementos  plásticos evidencian un proceso de abstracción que culminaría el año siguiente, entre otras en la obra Iglesia en Murnau, en la que las figuras ya son prácticamente irreconocibles. Ese mismo año Kandinsky comenzó a realizar sus acuarelas abstractas.

    La vertiente espiritual estaba relacionada al interés de Kandinsky por la teosofía, encarnada en el pensamiento de la entonces muy conocida Madame Blavatsky, y la antroposofía, un desprendimiento del movimiento teosófico encabezado por el alemán Rudolf Steiner. Empapado de las corrientes filosóficas de su época, Kandinsky publicó el libro De lo espiritual en el arte en 1912.

    En el capítulo “El cambio de rumbo espiritual” reconoció el papel de la teosofía en la búsqueda de nuevos caminos espirituales: “La Sra. H. P. Blawatzky ha sido seguramente la primera que, tras largas estancias en la India, ha conseguido relacionar a esos salvajes con nuestra cultura. De ahí parte un importante movimiento espiritual que une hoy a un gran número de personas y que incluso ha concretado esta unión espiritual en la Sociedad Teosófica, constituida por logias que buscan una aproximación, por medio del conocimiento interior, a los problemas del espíritu.”

    En el capítulo “El movimiento” Kandinsky atribuyó cualidades espirituales a las formas, ideando una suerte de alfabeto abstracto del que se serviría para componer sus obras no figurativas: “Representada de manera esquemática, la vida espiritual sería un triángulo agudo dividido en partes desiguales, la menor y más aguda señalando hacia lo alto. Al ir descendiendo, cada parte se hace más ancha, grande y voluminosa.” 

MÚSICA DEL COLOR. La idea sobre las cualidades espirituales de los colores se remontaba en Alemania al pensamiento de Wolfgang Goethe, a lo que se sumó la concepción de la enseñanza por el arte predicada por los antropósofos. Kandinsky incursionó también en un campo de conocimiento entonces muy reciente al estudiar el efecto psicológico producido por los diferentes colores.

    Por medio de un paralelismo con el lenguaje musical, en el que las notas y los tonos son elementos abstractos, el nuevo estilo planteado por Kandinsky en sus acuarelas de 1910 fue caracterizado como una abstracción lírica, una suerte de poesía o música visual, que tendría gran importancia para la aceptación del modernismo.

    Otro artista que trabajó de una forma similar fue Paul Klee, a cuyas obras con escalas de matices y tonos de color también le fueron atribuidas cualidades líricas relacionadas a la poesía y la música. Klee fue integrante del grupo Der Blaue Reiter, y luego colega de Kandinsky como profesor en la Bauhaus, donde ambos dirigieron cursos sobre pedagogía de la forma y el color.

    Hacia 1920 Piet Mondrian creó el movimiento que llamó neoplasticismo, que, como en el caso de Kandinsky, fue resultado de un proceso de abstracción basado tanto en el desarrollo de la propia obra como en las corrientes filosóficas de la época. Un proceso similar resultó sin embargo en dos tipos diferentes de arte abstracto, ya que el arte de Mondrian tuvo un carácter estrictamente geométrico, opuesto a la postura informal de Kandinsky.

    Diez años más tarde el concepto abstracto fue cuestionado por Theo van Doesburg, proveniente como Mondrian del grupo holandés De Stijl, cuando propuso el concepto concreto para denominar un arte sin representación figurativa directamente surgido de la geometría, descartando un proceso de abstracción que partiera de lo figurativo.

    Pero el concepto abstracto mantuvo su vigencia, y fue durante décadas una de las expresiones más importantes del modernismo. Un vital movimiento en cuyos orígenes las acuarelas abstractas de Kandinsky tuvieron un papel preponderante.

El País Cultural. No. 1082, 27 de agosto de 2010, Montevideo, Uruguay.

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Una respuesta a La «primera» acuarela de Kandinsky. Centenario de una abstracción

  1. peterer dijo:

    perdon esta muy bien

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